OtroKaramazov

Déjame hacerte libre esta noche, olvídate de todo, de todos, húndete lánguidamente en el néctar de los sueños prohibidos. Déjame lamerte los dedos, la boca, los oídos, la sombra. Déjame hacerte la dama más puta esta noche, la puta más elegante esta alborada; recorrer cada centímetro de tu vientre, beberte como se bebe la cicuta y el perdón, suicidarme con el filo de tus pechos. Déjame agarrar tus nalgas y besar tu cuello, lamer tu espalda y dejar en tu columna todas las gotas de mi amor. Déjame hacerte la estrella porno de mis fantasías esta noche, ven, es un reto

Entre el ser y la nada, apenas el pestañeo. El movimiento de ajedrez que cambia toda la trama. Esto es un rompecabezas y escribir es como fumar sentado en un barril de gasolina. El humanismo es una ilusión. Horizóntate conmigo, déjame amarte en la indiferencia total. Cojamos epicúreamente, existamos sin más mañana que los condenamos a muerte. Bésame, azótame los labios con tu semántica y tu retórica, investiga fenomenológicamente mi erección. Sé mi perra feminista, mueve la cola en la interperie de los verbos performativos. Estamos aquí para incinerarnos, para desollar

—Tu alma es una orquídea quemándose bajo la lupa del tiempo. Dijo él simulando vergüenza o éxtasis, miedo o arrojo, muerte o arte. Tomó las caderas de ella, le acarició las nalgas, le mordió una mejilla. Por un instante se le quedó viendo fijamente a los ojos, le sonrió con malicia pero, sin saberlo, también con inocencia. —Escucho a los perros aullar, a los diablos danzar, la Nada me abre la piel para habitar mis huesos, para calcinar mis ilusiones. Dijo ella mientras arrojaba su sexo al contacto de los dedos tibios; abrió su boca, mordió con fuerza el hombro mascul